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La preparación para tu primera maratón es un proceso desafiante pero alcanzable. Con una planificación adecuada y un enfoque progresivo, puedes prepararte para esta prueba física y mental. Aquí te proporcionamos un plan detallado para ayudarte a afrontar los 42,195 km con éxito y disfrutar durante el proceso.
El objetivo principal en esta planificación es asegurar un rodaje suave con baja intensidad, priorizando el trabajo en el umbral láctico. El umbral láctico es la intensidad máxima en la que el lactato (subproducto del ejercicio) empieza a acumularse en la sangre. Entrenar en esta zona mejora la eficiencia del cuerpo y aumenta la capacidad de mantener esfuerzos prolongados sin generar fatiga excesiva. El enfoque principal será el gran volumen de entrenamiento, que permitirá adaptarse a las demandas de la maratón y reducir el riesgo de lesiones.
Aunque no es imprescindible, se recomienda encarecidamente entrenar previamente en distancias más cortas como 5 km, 10 km y 21 km antes de la maratón. Estas distancias ayudan a establecer una base aeróbica y mental, lo que hará que la maratón sea menos intimidante. Si ya tienes experiencia en carreras largas, puedes enfocarte directamente en la preparación de la maratón.
Uno de los errores más comunes en las primeras maratones es establecer metas demasiado ambiciosas. Si bien es natural querer alcanzar un tiempo específico, es importante ser realista. El objetivo principal de una primera maratón debería ser completar la distancia de manera segura y disfrutar del proceso. Las expectativas demasiado altas pueden generar frustración si no se cumplen, lo que a veces puede hacer más daño. Mantén metas realistas que te permitan progresar gradualmente.
Existen tres zonas clave de entrenamiento que deberías conocer para mejorar tu rendimiento:
Para determinar tus zonas personales, puedes utilizar un monitor de frecuencia cardíaca o realizar una prueba de esfuerzo. Las zonas de entrenamiento pueden variar según cada persona, por lo que es importante ajustarlas a tu nivel de condición física.
Para comenzar, te recomendamos un plan de entrenamiento mínimo de 20 semanas, en el que se incrementa gradualmente la distancia y la intensidad. Se divide en diferentes fases que se adaptan al progreso de tu preparación.
Estas primeras semanas se centran en la adaptación al entrenamiento regular, con un volumen bajo y sin alta intensidad. Aumentaremos gradualmente la distancia cada semana.
A partir de esta fase, empezamos a introducir series de mayor intensidad para aumentar nuestra capacidad aeróbica y velocidad. Recuerda que el trabajo de fuerza sigue siendo esencial.
Durante estas semanas, competiremos en una carrera de 10 km para evaluar nuestro rendimiento y aumentar la intensidad. Este es un buen momento para probar cómo responde tu cuerpo a la competición.
Durante esta fase, competiremos en una media maratón para obtener una referencia precisa de nuestro rendimiento. Esto permitirá ajustar las estrategias de carrera y evaluar el progreso.
En las últimas semanas, el objetivo es ajustar el entrenamiento para la maratón, reduciendo el volumen gradualmente y reforzando el umbral láctico. A continuación, detallamos las semanas 16 a 20.
Tan importante como entrenar es aprender a alimentarte bien. Durante el entrenamiento, es importante empezar a acostumbrarse a la ingesta de carbohidratos. Se recomienda consumir 60 g de carbohidratos por hora de carrera. Para lograrlo, puedes usar geles energéticos, que también deben ser probados en las tiradas largas para que tu cuerpo se acostumbre a ellos. Esto garantizará que no tengas problemas estomacales durante la maratón.
Prepararse para una maratón es un proceso que requiere dedicación, pero con un plan bien estructurado y progresivo, puedes alcanzarlo. Mantén siempre la constancia, trabaja en tus puntos débiles y disfruta del proceso de mejora. ¡La maratón es un desafío, pero con tu esfuerzo, llegarás a la meta!