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El dolor de garganta es una molestia común que suele empeorar en los meses de invierno. Y no es casualidad; varios factores ambientales y biológicos contribuyen a que nos duela más en invierno que el resto del año. Vamos a echar un vistazo a las principales causas.
En invierno, las bajas temperaturas y la caída de la humedad relativa pueden tener un efecto irritante en las vías respiratorias altas. El aire frío y seco hace que las mucosas de la garganta se resequen, y que la cantidad de moco disminuya. Como sabemos, el moco es una barrera contra los patógenos, y tener poca cantidad contribuye a la reproducción de los microorganismos. Por lo tanto, la sequedad facilita que los cuerpos ingresen y produzcan una infección que está acompañada de dolor de garganta.1,2
Como vemos todos los años, el invierno es la estación del año en la que es más probable que las personas se infecten con virus, como el resfriado común y la gripe. Esto es debido a que los virus se propagan más en temperaturas frías y en ambientes húmedos.3
Además, como ya sabemos – nos podemos remontar a tiempos de Pandemia en 2020-, una mayor proximidad frente a un espacio limitado en invierno facilita el contacto entre las personas y promueve la transmisión.4 De hecho, la estabilidad de ciertos virus persiste durante semanas o meses a bajas temperaturas, mientras que disminuye en climas más cálidos.5,6
Durante el invierno, los sistemas de calefacción disminuyen la humedad en el aire interior, lo que conduce a aire seco en el hogar. Sin la humedad adecuada, las mucosas de la garganta pueden deshidratarse y volverse susceptibles a irritaciones e infecciones.2 Además, las personas tienden a mantener las puertas y ventanas cerradas para conservar el calor, lo que hace que el aire en lugares cerrados tenga concentraciones altas de virus y, debido a esto, el riesgo de infección aumentará.7
Como es normal las personas reducen las actividades sociales en exteriores debido a las bajas temperaturas. Y, por tanto, se refugian en lugares interiores propensos a la formación de agrupaciones que pueden transmitir agentes infecciosos. La cercanía física y la mala ventilación crean el entorno perfecto para que los virus y bacterias que causan el dolor de garganta se propaguen, lo que hace que la transmisión de infecciones respiratorias sea considerablemente mayor en interiores y en lugares concurridos.8
Además, en algunas regiones, la contaminación del aire aumenta durante el invierno debido al uso de combustibles fósiles para calefacción y a condiciones meteorológicas que atrapan contaminantes cerca del suelo. La exposición a partículas contaminantes puede irritar las vías respiratorias y provocar inflamación de la garganta.9
Aunque también está asociado al verano, la deshidratación también puede ocurrir en invierno. El aire seco y la calefacción general aumentan el nivel de pérdida de humedad del cuerpo y una persona siente menos sed debido al frío, por lo que consume menos líquido. La deshidratación también afecta la producción de saliva, sin la cual la garganta no puede humedecerse y protegerse.10,11
Además de seguir los consejos mencionados, también hay complementos alimenticios diseñados para ayudar a aliviar y calmar las vías respiratorias altas. Estos productos, que suelen incluir ingredientes naturales como miel, própolis, llantén o extractos de plantas, pueden ser un apoyo adicional para mantener la garganta protegida frente a irritaciones. Sin embargo, es importante recordar que no sustituyen a un estilo de vida saludable ni a los cuidados preventivos básicos.
Vanessa Redondo
Doctora en Química Orgánica, licenciada en Química y especializada en Química Médica. Medical writer en la agencia de comunicación integral especializada en salud, Buenosaires.