Descubre todas las noticias de Tecnigen
El resfriado y la gripe son enfermedades comunes, que afectan a millones de personas cada año, especialmente durante las temporadas frías del año. A pesar de su familiaridad, todavía existen numerosos mitos sobre cómo se contagian, se previenen y se tratan. Hoy te traemos una guía para desmentir los mitos más comunes y aclarar las realidades acerca del resfriado y la gripe, para que puedas cuidarte mejor y prevenir su propagación.
Aunque una de las creencias más comunes es que el frío causa resfriados o gripe, esto es un mito.
Ambas enfermedades son infecciones virales causadas principalmente por el rinovirus y el virus de la influenza, no por la exposición directa al frío. Sin embargo, la exposición a bajas temperaturas y baja humedad puede aumentar la susceptibilidad a infecciones respiratorias.1,2 Durante el invierno, las personas suelen permanecer en espacios cerrados, lo que facilita la transmisión de los virus. Además, se ha demostrado que una disminución de la temperatura y la humedad puede aumentar la susceptibilidad a infecciones respiratorias, como el resfriado común, al afectar a la respuesta inmune del tracto respiratorio.1,2 Por ejemplo, la evidencia científica señala que un descenso en la temperatura incrementa el riesgo de infecciones del tracto respiratorio superior, debido a efectos como la vasoconstricción de la mucosa respiratoria y la mayor supervivencia de los virus en condiciones frías y secas.3,4 Así, aunque el frío no causa directamente los resfriados, sí crea un entorno más propicio para su aparición.
Este es otro error común. Los antibióticos solo son efectivos contra infecciones bacterianas, y su uso innecesario no solo es ineficaz, sino que contribuye a un problema global de salud: la resistencia bacteriana.5,6
En cambio, se recomienda descanso, hidratación y analgésicos para aliviar los síntomas, reservando los antibióticos solo para casos donde surjan complicaciones bacterianas.
La vitamina C tiene fama de ser un remedio milagroso contra el resfriado, pero no, no lo cura.
Y aunque la vitamina C no cura el resfriado común, diversos estudios respaldan su capacidad para reducir la duración y la severidad de los síntomas, especialmente en personas con deficiencia de vitamina o alto estrés físico.7
Una suplementación regular de 1-2 g al día ha demostrado acortar el resfriado en adultos en un 8% y en niños en un 14%.8
Aunque para muchas personas la gripe solo implica molestias temporales, puede ser peligrosa, especialmente para grupos vulnerables como niños pequeños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con enfermedades crónicas.9 En España, la gripe ha causado más de 27.700 hospitalizaciones, con 1.800 personas ingresadas en la UCI y hasta 3.900 muertes, entre los años 2019 y 2020. Sus complicaciones pueden ser graves y la vacunación anual contra la gripe es una medida clave de prevención.10
El lavado de manos frecuente sigue siendo una de las formas más simples y efectivas de prevenir la propagación de infecciones respiratorias como el resfriado común y la gripe.
Este hábito elimina los virus adquiridos al tocar superficies contaminadas, o al estar en contacto con personas infectadas. Se ha demostrado que una mayor frecuencia en el lavado de manos reduce significativamente el riesgo de contraer gripe.11 Aunque el gel antibacteriano es útil cuando no hay agua y jabón disponibles, el lavado con agua y jabón sigue siendo la opción más efectiva.12
Un sistema inmunológico fuerte puede ayudarte a prevenir enfermedades y a combatirlas más rápidamente si te enfermas.
Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente, dormir lo suficiente y reducir el estrés son prácticas esenciales. Además, una dieta equilibrada rica en frutas y verduras proporciona los nutrientes esenciales, como vitaminas A, B6, B12, C, D y zinc, que ayudan al organismo a combatir infecciones.13,14
La deficiencia de estos nutrientes puede llevar a una disminución de la resistencia a las infecciones y, en consecuencia, a un aumento de la carga de enfermedades.15 Por lo que una dieta equilibrada y hábitos de vida saludables son fundamentales para fortalecer las defensas naturales de tu organismo.
Resfriados y gripe son parte de nuestra vida, pero entender la verdad detrás de los mitos puede marcar una gran diferencia en su prevención y tratamiento.
Estas enfermedades no son causadas por el frío, sino por virus; los antibióticos no son una solución, pero una buena alimentación, la higiene de manos y la vacunación pueden protegernos eficazmente. Adoptar hábitos saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y descanso adecuado, fortalece el sistema inmunológico, ayudándonos a enfrentar mejor estas enfermedades.
Con conocimiento y prevención, podemos reducir su impacto en nuestra vida y la de quienes nos rodean.
El dolor de garganta es una molestia común que suele empeorar en los meses de invierno. Y no es casualidad; varios factores ambientales y biológicos contribuyen a que nos duela más en invierno que el resto del año. Vamos a echar un vistazo a las principales causas.
En invierno, las bajas temperaturas y la caída de la humedad relativa pueden tener un efecto irritante en las vías respiratorias altas. El aire frío y seco hace que las mucosas de la garganta se resequen, y que la cantidad de moco disminuya. Como sabemos, el moco es una barrera contra los patógenos, y tener poca cantidad contribuye a la reproducción de los microorganismos. Por lo tanto, la sequedad facilita que los cuerpos ingresen y produzcan una infección que está acompañada de dolor de garganta.1,2
Como vemos todos los años, el invierno es la estación del año en la que es más probable que las personas se infecten con virus, como el resfriado común y la gripe. Esto es debido a que los virus se propagan más en temperaturas frías y en ambientes húmedos.3
Además, como ya sabemos – nos podemos remontar a tiempos de Pandemia en 2020-, una mayor proximidad frente a un espacio limitado en invierno facilita el contacto entre las personas y promueve la transmisión.4 De hecho, la estabilidad de ciertos virus persiste durante semanas o meses a bajas temperaturas, mientras que disminuye en climas más cálidos.5,6
Durante el invierno, los sistemas de calefacción disminuyen la humedad en el aire interior, lo que conduce a aire seco en el hogar. Sin la humedad adecuada, las mucosas de la garganta pueden deshidratarse y volverse susceptibles a irritaciones e infecciones.2 Además, las personas tienden a mantener las puertas y ventanas cerradas para conservar el calor, lo que hace que el aire en lugares cerrados tenga concentraciones altas de virus y, debido a esto, el riesgo de infección aumentará.7
Como es normal las personas reducen las actividades sociales en exteriores debido a las bajas temperaturas. Y, por tanto, se refugian en lugares interiores propensos a la formación de agrupaciones que pueden transmitir agentes infecciosos. La cercanía física y la mala ventilación crean el entorno perfecto para que los virus y bacterias que causan el dolor de garganta se propaguen, lo que hace que la transmisión de infecciones respiratorias sea considerablemente mayor en interiores y en lugares concurridos.8
Además, en algunas regiones, la contaminación del aire aumenta durante el invierno debido al uso de combustibles fósiles para calefacción y a condiciones meteorológicas que atrapan contaminantes cerca del suelo. La exposición a partículas contaminantes puede irritar las vías respiratorias y provocar inflamación de la garganta.9
Aunque también está asociado al verano, la deshidratación también puede ocurrir en invierno. El aire seco y la calefacción general aumentan el nivel de pérdida de humedad del cuerpo y una persona siente menos sed debido al frío, por lo que consume menos líquido. La deshidratación también afecta la producción de saliva, sin la cual la garganta no puede humedecerse y protegerse.10,11
Además de seguir los consejos mencionados, también hay complementos alimenticios diseñados para ayudar a aliviar y calmar las vías respiratorias altas. Estos productos, que suelen incluir ingredientes naturales como miel, própolis, llantén o extractos de plantas, pueden ser un apoyo adicional para mantener la garganta protegida frente a irritaciones. Sin embargo, es importante recordar que no sustituyen a un estilo de vida saludable ni a los cuidados preventivos básicos.
Con la llegada del otoño, es bastante común que nuestro sistema inmune se vea afectado, haciéndonos más vulnerables a resfriados y virus estacionales.
Incluir en nuestra dieta ciertos alimentos y nutrientes puede ayudarnos a prevenir infecciones y resfriados. A continuación, vamos a analizar algunos de los alimentos más destacados para fortalecer el sistema inmune durante el otoño.
1. Ginseng Panax ginseng
El ginseng, especialmente el ginseng rojo coreano, es una de las hierbas medicinales más conocidas y ha sido utilizada durante más de 5000 años por sus beneficios para la salud, destacando su capacidad para estimular el sistema inmunológico. Este tipo de ginseng contiene ginsenosidos, que estimulan las células inmunitarias y suprimen las respuestas inflamatorias.(1,2)
2. Hongos: Shiitake y Reishi
Los hongos como el shiitake y el reishi, mejoran la inmunidad gracias a los β-glucanos, que estimulan macrófagos y linfocitos. Además de prevenir infecciones, aceleran la recuperación. El reishi, en particular, ha mostrado efectos inmunoestimulantes, aumentando la actividad de células NK y linfocitos, lo que podría ayudar a combatir el cáncer.(1)
3. Ajo
¡Como lo lees! El ajo, originario de Asia Central, es reconocido por sus propiedades medicinales. Contiene compuestos como la alicina, que mejoran la función de las células inmunitarias, combaten infecciones virales y bacterianas, reducen la duración de resfriados y ayudan a mejorar la respuesta inmune y la salud general del cuerpo.(3)
4. Té verde
El té verde contiene unas sustancias llamadas catequinas que son buenas para nuestro sistema inmune. Éstas ayudan a evitar que ciertos tipos de células del sistema inmune se desplacen a donde no se necesitan, lo que reduce la inflamación, o hinchazón, que puede causar molestias o enfermedades. Además, el té verde tiene propiedades que protegen a las células del daño y ayudan a reducir la inflamación en general.(3,4)
5. Jengibre
El jengibre ha sido utilizado durante siglos por sus propiedades medicinales. Conocido por sus propiedades antiinflamatorias y rico en antioxidantes, el jengibre puede apoyar la función inmunológica. Agregar jengibre fresco a las comidas o tomarlo en infusión puede ser beneficioso para mantener el sistema inmunológico en óptimas condiciones.(3)
6. Frutas y verduras frescas
Las frutas y verduras frescas que son ricas en vitaminas y antioxidantes esenciales como la vitamina C, D, zinc y selenio ayudan a mantener un sistema inmunológico fuerte. La vitamina C, presente en alimentos como los cítricos, tiene propiedades antiinflamatorias y potencia la respuesta inmunitaria al aumentar la producción de células inmunitarias y la actividad de los leucocitos, mejorando así la gravedad del resfriado común. Por su parte, la vitamina D es importante para prevenir infecciones y se encuentra en alimentos como productos lácteos, huevos y pescado.(5)
Minerales como el zinc y el magnesio ayudan a regular la inflamación y mejorar la respuesta inmune, mientras que el selenio actúa como un potente antioxidante, ayudando a reducir la severidad de infecciones virales. Las carnes rojas, carnes de ave, ostras y otros mariscos, y el cereal fortificado son fuentes de zinc. Los vegetales verdes, nueces, semillas y granos integrales son una buena fuente de magnesio. Podemos conseguir selenio del pescado, los mariscos, las carnes rojas, los granos, los huevos, el pollo, el hígado y el ajo.(5)
7. Alimentos fermentados
Los alimentos fermentados coreanos, como el kimchi, no solo han ganado popularidad con la ola del K-pop, sino también por sus beneficios para la salud. El kimchi es rico en probióticos y compuestos bioactivos que promueven un microbiota intestinal equilibrada, que contribuyen al buen funcionamiento del sistema inmunológico, ya que el 70% de este se encuentra en el intestino. Además, contiene Lactobacillus plantarum, una bacteria que estimula el crecimiento de células inmunes, mejora la producción de anticuerpos y citocinas, y promueve la actividad de macrófagos. En estudios, ha demostrado revertir la inmunosupresión, mostrando su potencial como inmunoterapia.(2)
8. Plantago major: Llantén
¡Así es! El llantén (Plantago major, también conocida como extracto de plátano) es una planta común que crece en diversas regiones del mundo, especialmente en zonas templadas de Europa, Asia y América. Se encuentra frecuentemente en suelos húmedos y ricos en nutrientes, a menudo en campos, bordes de caminos, jardines, y áreas urbanas donde crece como una hierba silvestre.(6)
Esta planta puede mejorar la función inmunológica mediante la activación de macrófagos y linfocitos, así como proporcionar protección antioxidante, lo que puede ser relevante en el tratamiento de diversas enfermedades inflamatorias.(6) Además, puede ayudar a calmar la boca y garganta en caso de irritaciones.
9. Anís estrellado
El anís estrellado (Illicium verum) ha sido estudiado infinidad de veces por sus propiedades antivirales, antioxidantes y antiinflamatorias, las cuales podrían fortalecer el sistema inmunológico. (7,8)
Su principal compuesto, el anetol, tiene propiedades inmunomoduladoras: influye en vías celulares clave, como NF-kB y TNF-α, esenciales en la respuesta inflamatoria. También es una fuente de ácido shikímico, un compuesto clave en la síntesis de tratamientos antivirales, resaltando su potencial en la prevención de infecciones virales. (7,8)
10. Miel de tomillo
La miel de tomillo es conocida por sus potentes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que pueden apoyar la salud inmunológica. (9,10)
Es rica en flavonoides y ácidos fenólicos, este tipo de miel ayuda a combatir el estrés oxidativo, protegiendo las células inmunitarias del daño. Estudios sugieren que la miel de tomillo tiene efectos antiinflamatorios notables y, al combinarse con otros productos de la colmena, como el propóleo, incrementa su capacidad antioxidante, lo cual podría reforzar las defensas del organismo.(11)
Además, la miel de tomillo ha demostrado efectos inmunomoduladores al reducir citocinas proinflamatorias y elevar citocinas antiinflamatorias, optimizando así la respuesta inmune.(10)
Incorporar estos 10 alimentos en nuestra dieta otoñal es una excelente manera de ayudar a mantener el sistema inmune en su mejor forma. Sin embargo, si por algún motivo no es posible consumirlos regularmente, los complementos alimenticios pueden ser una gran alternativa.
Optar por suplementos que incluyan vitaminas esenciales como la C y D, minerales como el magnesio o el zinc, pueden ayudarnos a disfrutar de un sistema inmune fuerte y preparado para afrontar los desafíos de la temporada.